Cuando mi alma se encuentra atormentada por la duda y la incertidumbre, a tí me dirijo, Dios mio.
Cuando los problemas son demasiado grandes y siento que mis fuerzas son muy debiles, a tí me dirijo, Dios mio.
Cuando agotado en mi llanto, contemplo el vacio a mi alrededor, pues todos me han abandonado, a ti me dirijo, Dios mio.
Al ver a un ser querido partir hacia el infinito, dejando tras de si una estela de tristeza y dolor, a tí me dirijo, Dios mio.
A ti señor, pues eres el mejor consuelo en la tribulación y el dolor. Por eso Dios mio, dame fuerzas y ayudame cuando sienta caer.
César Guzmán